miércoles, 9 de junio de 2010

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En Sants Estació se veía a la gente salir y entrar de sus enormes puertas. Les costó trabajo y economía reconstruir la estación para pasar a los trenes con levitación gracias a un mecanismo magnético que además de hacer menos ruido, multiplicaba la velocidad entre tres o cuatro veces. Ahora, los estacionamientos que no disponen de este desarrollo, usan los antiguos AVE a un precio muy razonable, así que el transporte, llega a ser mucho más fácil que hace medio siglo…
Tanto los turistas como los residentes del lugar buscaban la sombra en aquella calurosa explanada quejándose del evidente calor. Que por supuesto, con los años había aumentado con la rigorosa contaminación ambiental que no solo ayudaba a avanzar hacia el futuro de las máquinas, sino también a que de aquellos llamados Polo Norte y Polo Sur quedaran solamente, como un recuerdo de aquellos que habían vivido para contarlo, años atrás.
Así que, seguían consumiendo energía y tiempo, para seguir viviendo en ese horno.
Como ya costaba bastante conseguir agua potable para la vida cotidiana, el hecho de mantener animales en casa, se consideraba casi un lujo –y otro tipo de derroche para las familias que se lo permitieran.
Bueno, al lío, como iba contando, nos situamos en la estación, como “primera parada” y desde allí… no os lo creeréis, pero por un instante,… pocos segundos después de que la gente empezara a alegrarse por una brisa de aire fresco, producida por una sombra, venida de la nada… casi antes incluso de que algunos llegaran a darse cuenta que el sol no se ocultaba gracias a alguna nube. Aquello era cien veces e inimaginablemente peor.
Se alzaba ante todos una inmensa figura de un caballo. Diría que los más cercanos allí, -y ya sin suponer apenas los que andaban por dentro de la estación- no tuvieron momento siquiera para pensar a qué se debía la sombra. Puesto que el gran caballo, se abalanzó sin vacilar sobre el recinto y así surgió la primera masacre. Los supervivientes, atónitos llegaron a fijarse en que esa gran bestia que ahora llamamos coloso brillaba de una manera espectacular. Debía estar formado por una estructura de acero inoxidable –junto con alguna mezcla de otro metal muy resistente- y algún mineral azul, que otorgaba detalles a esa figura.
Como el caballo de Troya, pero tres veces más enorme, cuatro veces más resistente y letal y con la notable diferencia temporal, a mitad del siglo XXI. Un siglo que según escritos y leyendas urbanas decían, la tierra ya tenía que haber dejado de existir como poco cuatro veces.
Y no solo fue un golpe, fueron varias envestidas, pero nadie se atrevió a contarlas. O habían muerto, o habían enloquecido o pensaban estarlo o los más espabilados no esperaron más a seguir viendo todo eso y decidieron, fuera real o no, salir de allí, como pudieran… y hasta donde pudieran.

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La verdad que este es el capítulo que mejor he redactado. Para los demás ya tengo solicitada una pequeña ayuda, porque ni a mi me convenció el resultado. La historia la sigo creando yo, pero las imperfecciones, serán corregidas.

Bueno, espero que os haya gustado y comentéis si eso...

Nos leemos~

1 comentario:

  1. Realmente interesante. Espero al siguiente capítulo.
    No pienses en dejar de escribir esta historia porque realmente merece una larga continuación x)

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